1.- Si hay algún vencedor en la noche de hoy es Cesare Prandelli. Fue criticado con intensidad cuando decidió hacer un órdago a la grande jugando con Cassano y Balotelli como cartas más altas. Aun así, siempre fue fiel a sus ideas, que se resumen en jugar con tres hombres en el centro del campo y dos delanteros móviles, hábiles con el balón en los pies pero sin la fijeza que requiere el puesto de '9'. Le ha salido a pedir de boca. Arropó a su plantilla, la forzó a aprender a jugar con el balón y como resultado ha obtenido lo que todo seleccionador sueña: un equipo.

2.- Es cierto que es más fácil adoptar un estilo definido en una selección si la mayor parte de los que la conforman lo desarrollan continuadamente en su club. Seis jugadores de la Juventus saltaron hoy al césped de Varsovia, seis hombres acostumbrados a tratar con delicadeza al protagonista, el esférico, renunciando al clásico fútbol italiano, rácano y descortés con el espectador para empezar a lucir un estilo que podía ser el cigoto de un proyecto de futuro en el calcio. El miedo a no recibir gol, otrora santo y seña hasta para malabaristas del balón como Baggio o Zola, ha desaparecido del concepto futbolístico italiano hasta tal punto de renunciar sin pudor al único pivote defensivo puro (Thiago Motta) que hay en el plantel contra Alemania, dominador del juego de posesión mundial, con permiso de la España de Sudáfrica.

3.- La libertad de Pirlo se veía reducida ante su obligado trabajo defensivo, pero unos pocos ramalazos del bresciano han bastado para verlo como firme candidato al Balón de Oro. Su labor no ha destacado excesivamente en el día de hoy, pero cada vez que entraba en contacto con el balón, los súbditos de Merkel temían que pudiera encontrar un hueco invisible entre la muralla defensiva teutona, fría y calculadora en otros tiempos pero que se ha quedado en cueros en demasiadas ocasiones como muestra de una inexperiencia (tres de los cuatro defensas tienen 23 años) que muchas otras veces no se ha visto.

4.- La soberanía de Pirlo contrastaba con el descalabro futbolístico de Mesut Özil, líder en un principio de la creación de fútbol de los de Löw y estorbo en los últimos minutos del partido. El madridista ha pecado de 'mingafría' ante un equipo que lo agobió cada vez que el balón merodeaba por su zona y de lo que no se supo liberar en ningún instante. La combinación con sus compañeros en la media no ofrecía alternativa a la poca e inerte participación de Özil. Schweinsteiger es el Xavi alemán. Hasta el mismísimo Bismarck se ha dado cuenta de que el '7' no está bien, no tiene fondo físico y le está faltando esa chispa que sin embargo sí mostró en el partido contra Holanda. El miedo a cambiarlo y que todo un país se le eche encima ha podido con Löw, que no ha dado la alternativa a Gündoğan, sustituto natural del jugador del Bayern. Tampoco sirvió la opción Kroos, participativo, incisivo, pero demasiado sólo.

5.- Aunque el fracaso alemán se ha centrado en Mario Gómez y Mats Hummels. Los 45 minutos que ha jugado el delantero de origen español podrían bien compararse al que ha vivido un espectador alemán rodeado de italianos: incomodidad con los roces, pero en una posición privilegiada para verlas venir sin intervenir. Su participación ha sido nula, tanto fijando los centrales azzurri como siendo opción de remate a los pases de sus centrocampistas. Löw sí se atrevió esta vez a señalarlo sacándolo del campo tras el descanso. Por su parte, Hummels ha dado la razón a los que lo tachaban de blando cuando Derdiyok le hizo un cristo en un amistoso previo a la Euro. Cassano le invitó a bailar, pero Talentino tiene mejores movimientos de cadera y lo rompió como un frágil cristal de Murano.

6.- Italia fue mejor porque no fue Italia. Si Italia se hubiera replegado y hubiese esperado a que las acometidas de la Mannschaft se hubieran estrellado continuamente sobre su defensa, lo habrían pagado caro. En vez de ello, Italia aceptó la invitación al duelo cara a cara al anochecer de Varsovia y salió victoriosa. Le quitó el balón a Alemania, como ya hiciera contra España. Su objetivo inicial no son los contragolpes, pues no tiene jugadores rápidos que rompan el fuera de juego con desmarques habilidosos. Pero de esta manera llegaron los dos goles de Balotelli. Chiellini recibió en campo alemán solo y mandó a la pista de baile a Cassano y Hummels; después 'Super Mario' se encargaría de marcar. Y cuando el mejor defensa alemán de la última década, Lahm, falla en el despeje del envío de Montolivo, solo te queda rezar para que Why always me? haga una de las suyas y falle.

7.- Aunque la verdad es que sí que hizo una de las suyas. A pocos jugadores en el mundo se les pasaría por la cabeza celebrar un gol en una semifinal de un torneo grande quitándose la camiseta, teniendo en cuenta que corre el minuto 36 de partido. Solo se le ocurre a Balotelli. Pero ¡qué demonios! Balotelli se merecía un momento de rebeldía, de ser él mismo. Fue echado a los leones cuando pecó de lentitud ante España y nadie valoró su esfuerzo y entrega. Tampoco se le apreció en la dura lucha que tuvo con Croacia. Balotelli ha aparecido cuando se le ha necesitado, en el momento cumbre, ante Alemania. Concedámosle expresarse cómo quiera, al menos hoy, aunque luego Italia entera sufriera por si veía otra amarilla de forma tonta.

8.- La reacción de Löw dio otro aire a Alemania. Durante 15 minutos, pero se lo dio. Reus cambió el ritmo del partido, demasiado lento y previsible para la firme defensa italiana, y creó situaciones de peligro que en la primera parte sólo había encontrado Kroos desde fuera del área. Klose tiraba desmarques al espacio, se ofrecía, daba una solución a Khedira y Özil, superando ya las prestaciones de Gómez. No conseguía ni disparar a puerta el jugador del Lazio, pero al menos proponía. Esa fue la tónica alemana durante la segunda parte: un querer y no poder continuo, desasosegado e impaciente, falto de la inspiración que ha convertido al equipo rocoso y brusco de los Hoeneß, Effenberg y compañía en una danza con el balón en armonía con la definición.

9.- Italia vivía cómoda. La ofuscación progresiva alemana hacía feliz a De Rossi y Pirlo, lanzadores de innumerables contragolpes que hubieran supuesto la negación de entrada en el país al término de la Euro a Marchisio y Di Natale si Italia no hubiera mantenido la ventaja. El juventino fue egoísta en uno de ellos, pudiendo asistir al capitán del Udinese que, por su parte, no estuvo hábil y se metió en demasiadas ocasiones en fuera de juego. Castigo similar podría haberse aplicado a Diamanti. Pero a pesar de no sentenciar, la azzurra no sufrió ni lo más mínimo. Las ocasiones de Alemania se resumen a un gran lanzamiento de falta de Reus y un intento de Hummels que Barzagli fue capaz de desviar hacia Buffon. La entrata de Thiago Motta terminó de desactivar la poca creatividad germana, premiada con el gol de penalti de Özil como consolación.

10.- El domingo Italia vuelve a una final. Otra vez, después de un escándalo en el fútbol del país de la bota, la azzurra tiene opción de levantar una copa. Ya lo logró en el Mundial de España en 1982 y en Alemania, siempre Alemania, en el 2006. Su despliegue hoy y el trabajo siempre dudoso pero por ahora efectivo de España dan a Italia un papel de favorita que pocos sospechaban antes del primer partido que enfrentó a ambas. En él, Italia fue superior pero no ganó. En Kiev se enfrentarán la Italia más españolizada y la España más italianizada. La mezcla promete. Y mucho.

-Alemania-Italia (Eurocopa, 1/2) 28-junio-2012. Estadio Nacional de Varsovia. 1-2 (Balotelli, Balotelli, Özil).

* Jesús Garrido es periodista. En Twitter: @jgarridog7

- Foto: La Repubblica


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