jueves, 19 de enero de 2012

Desde la óptica de leadership: La autora Helena López Casares da en la clave de porque Mou siempre pierde con el Barcelona

Recordamos la leadership note de 11 Diciembre 2011 en base al trabajo de Helena López Casares en Por un Spanish Real Madrid v el Real Milán de Otros

Por un Spanish Real Madrid v el Real Milán de Otros


http://www.amazon.com/Spanish-Real-Madrid-Mil%C3%A1n-Otros/dp/1463524633/ref=sr_1_2?ie=UTF8&qid=1326977745&sr=8-2

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From: Spanish Leadership <spanishleadership@googlemail.com>
Date: 2011/12/11
Subject: Desde la óptica de leadership: La autora Helena López Casares da en la clave de porque Mou siempre pierde con el Barcelona
To: listadodecontactos <listadodecontactos@listado.za>


Helena López casares es la autora de Nadal Pasión y Coraje y de Equipos 10.  Reproducimos su capitulo en el libro por un Spanish Real Madrid que explica el problema de que Mou adopte los partidos contra el Barcelona con esa actitud. Es de Mayo 2011. Helena tuvo la valentía de decir en video y en twitter "Lo que no se juega no se puede ganar" cuando la medianía nacional andaba tragandose el cuento chino del árbitro alemán Stark

A: Actitud rasgo de liderazgo que es clave en la gestión (por Helena López-Casares http://es.linkedin.com/pub/helena-l%C3%B3pez-casares-pertusa/12/167/911)


Según piensas así rindes. Si crees que es posible, estás en lo cierto y si crees que no es posible, estás en lo cierto. Ambos enfoques se hacen realidad en el momento en el que tu creencia de partida sea una u otra. Estamos condicionados por las bases mentales desde las cuales partimos. En nuestra mano está el decidirnos por una u otra opción vital, por uno u otro camino. En definitiva, en nosotros está el proyectarnos hacia el éxito o el fracaso, ya que dependiendo de cuál sea el pensamiento desde el que salgamos, nos induciremos con nuestras actitudes hacia uno u otro resultado.  Así por ejemplo en mi twitter http://twitter.com/#!/helenacasares señalé tras el tercer clásico (0-2 en el Bernabéu) que lo que no se juega no se puede ganar.  Me refería al principio de que según piensas así rindes.  Si piensas en un planteamiento defensivo juegas defensivo y no ganas.

 

 

3.1     Emociones colectivas

 

Según apunta Ovidio Peñalver en su libro Emociones colectivas: la inteligencia emocional de los equipos, algunos autores apuntan que hasta un 30% de los resultados o desempeño de un equipo se pueden ver alterados dependiendo de cómo sea el estado de su dimensión emocional colectiva. Este elevado porcentaje pone de manifiesto la necesidad de reconocer los estados de ánimo que imperan en un equipo, cómo determinan los comportamientos de los jugadores y tratar de impulsar los expansivos (que son los que nos llevan a conseguir los mejores resultados) y neutralizar los inhibidores (que nos incitan y conducen al fracaso).

 

Las emociones son experiencias muy complejas y difíciles de expresar. Por eso, cuando queremos hacer a los demás partícipes de ella usamos una gran variedad de términos, además de gestos y comportamientos. En cada instante experimentamos algún tipo de emoción o sentimiento y vamos variando este estado en función de lo que nos ocurre y de los estímulos que percibimos. Pero no siempre tenemos conciencia de ello, es decir, en ocasiones no sabemos ni podemos expresar con claridad qué emoción experimentamos.

El ser humano siente emociones positivas y negativas de distintos grados e intensidades y puede tener cambios de emoción bruscos o graduales, bien hacia el lado positivo o negativo.  Todas las reacciones al resultado de los clásicos fueron reacciones intensamente emotivas

 

El científico humanista V.J. Wukmir planteó hace más de 30 años que la emoción es una respuesta inmediata del organismo que le informa del grado de favor del que goza un estímulo o situación. Es decir, si la situación se encuadra dentro de las preferencias y expectativas del individuo, la emoción experimentada es positiva, de lo contrario es negativa. En líneas generales, la emocionalidad colectiva positiva expande y libera el talento.

 

3.2     Un viaje de altos vuelos

 

La capacidad de observación es una habilidad característica de los grandes directores de equipos. La observación individual y grupal, de altos vuelos y rasa, es una habilidad que se entrena. ¿Para qué sirve? Para disponer de toda la información posible del terreno en el que se desenvuelven.

 

Al igual que un halcón, un entrenador activo debe moverse para ver el bosque desde arriba a la vez que está dentro. Proyectar su visión desde gran altura le ayudará a:

 

  • Detectar el talento.
  • Advertir los problemas con anterioridad.
  • Recoger la parte positiva de los jugadores inconformistas, al no quedarse sólo en el detalle.
  • Tomar decisiones con la mente fría.

 

Es evidente que José Mourinho pasa con nota los requerimientos del liderazgo de equipo antes descritos para un entrenador activo pero durante los clásicos de Champions la toma de decisiones con la mente fría no fue una virtud si consideramos su innecesaria expulsion.

 

Cuando en un proyecto, sea de la naturaleza que sea, el equipo advierte que el líder tiene el control de su funcionamiento, en el sentido de que no deja nada al azar, la estrategia está clara y los objetivos son compartidos por todos, es decir, que existe un orden y un significado, cada uno de los miembros, desde el convencimiento se centra en su misión, sin desviar su atención a otros puntos que les puedan dispersar. La tranquilidad de estar en un entorno armado y sólido, dirigido por alguien que sabe hacia donde va, mitiga los conflictos que puedan surgir.

 

Si, por el contrario, las premisas descritas no se dan, el equipo será un caos porque el proyecto no tiene un rumbo claro y, en lugar de avanzar, sus miembros estarán dando vueltas sobre sí mismos sin más motivación que cumplir el expediente. Aquí no hay desarrollo grupal ni progreso individual y el interés por el proyecto es muy bajo.

 

En este tipo de ambientes los integrantes del equipo maquillan su participación, por lo que la rentabilidad del equipo es nula, no hay ilusión ni diversión, y, por supuesto, el esfuerzo es mínimo, con lo que el rendimiento se resiente.

 

Los mejores se acabarán marchando porque no hay ningún atractivo en el entorno de trabajo que les haga estar satisfechos y sentirse realizados. No hay compromiso, como mucho, existe el conformismo, el peor enemigo para el interés y la motivación.

 

 

3.2     Las actitudes de partida del liderazgo

 

La humildad y la serenidad son dos valores seguros para el avance de cualquier proyecto porque nos ayudan a anclarnos en la realidad. La humildad es el contacto con el suelo, que evita que nos endiosemos y perdamos la noción de la realidad. Es la brújula que nos orienta de dónde están nuestras imperfecciones, las cuales pueden ser el origen de un miedo, y de las faltas que cometemos, con lo que no nos creemos superiores a nadie.

 

En un equipo deportivo, como en cualquier grupo social, ofrecer a los demás ayuda y soporte sin esperar nada hace que el equipo crezca y se fortalezca, ya que sus integrantes tendrán más confianza unos con otros y estrecharán lazos. La generosidad es el hábito de dar y entender a los demás y va unida a la humildad, es decir al contacto con el suelo. De hecho, humildad viene de la palabra latina humilitas que proviene de la raíz humus, que significa tierra. El humus es la capa de tierra más fértil. La humildad está relacionada con la aceptación de nuestras propias limitaciones, pero haciéndonos cargo de ellas.

 

Es decir, el contacto con el suelo nos hacer ser conscientes de nuestras imperfecciones y faltas, con lo que no nos creemos superiores a nadie. Además, somos capaces de reconocer que hay otras personas que son mejores que nosotros, valorándolas, reconociéndolas y dejándolas hacer. Pero el verdadero avance de la constatación de estas imperfecciones está en que debemos trabajar sobre ellas para ir paliando esas carencias. Por eso, y haciendo una comparación con el origen de la palabra, esta capacidad de darse cuenta de lo que hay es fértil porque supone una posibilidad de hacer aflorar nuevos talentos, competencias y habilidades.

 

La humildad dota de buen juicio, prudencia, honestidad y sensatez. ¿Qué es más sensato: intentar acabar una jugada luchando contra una barrera de adversarios imposible de traspasar o apoyarnos en un compañero muy bien situado en un hueco y con claras posibilidades de marcar?

 

Esa humildad unida a la entrega y a la generosidad nos capacita para aprender desde la actitud del máximo esfuerzo posible. Lo contrario es el orgullo y la prepotencia que provocan problemas de adaptación a un equipo. La actitud soberbia actúa como una pantalla que no nos deja ver más allá de nosotros mismos y muestra a los demás una versión caricaturizada de nosotros bastante ridícula. La falta de humildad tiene un efecto demoledor. Las personas dominadas por su orgullo creen que lo pueden todo, imponen sus decisiones a toda costa porque son las únicas verdades posibles y desprecian a los demás. Esta actitud es opuesta a la entrega y a la generosidad. La humildad es fortaleza y siempre da sus frutos. No hay nada más potente a largo plazo que la autoconfianza unida a la humildad.

 

 

La serenidad es una virtud importante para no perder la calma y pensar en situaciones críticas con la mente fría, sin las tensiones propias que genera no tener una situación controlada y, por tanto, ayuda a tomar mejores decisiones sin dejarse llevar por las emociones del momento.

 

El equilibrio y de la armonía interna ayudan a poner en juego el talento y a desatar su potencial. El miedo, una de las sensaciones que puede atacarnos en cualquier momento, es un proceso mental que predice algo amenazante en el futuro y que podemos cambiar conectando nuestra energía y nuestras emociones.

 

Fue ese innecesario miedo que predecia una amenazante semifinal de Champions el que llevó al líder Mourinho a plantear la semifinal con miedo ante un Fútbol Club Barcelona que venía derrotado de la final de Valencia.

Las personas capaces de superar sus miedos y conectar consigo mismas son las que se muestran más equilibradas y suelen tener un control estratégico de sus emociones muy acertado, sobre todo en momentos de dificultad. De hecho, los mejores jugadores son los que están más calmados cuando las circunstancias se vuelven en su contra.

 

En la práctica del fútbol, si el jugador se muestra nervioso es incapaz de manejar la larga lista de emociones nocivas que se va a dar en el campo y acaba cediendo a ellas. Todo está conectado, por lo que cualquier detalle tiene una fuerte influencia en nuestra actitud y posterior rendimiento. Simplemente el hecho de esbozar una sonrisa, desencadena en nosotros el flujo de energía positiva que necesitamos para avanzar, para superarnos, para llegar donde queramos. Mira como un ganador y verás el cambio.

 

El espíritu positivo todo lo puede. Dejemos de poner malas caras a todo, de mostrarnos hastiados, de ser tan susceptibles y de instalarnos en el mal humor y en la negatividad. El contagio de sensaciones positivas redunda en los resultados y un jugador obtiene un mayor rendimiento en el campo cuanto más inteligente sea su comportamiento.

 

La fuerza mental es otra de las características propias de los jugadores centrados, que saben enfocar su mecánica mental y física hacia lo que están haciendo en un momento determinado, sin alimentar demonios que mermen su autoestima y agranden los miedos. Tenemos que estar en el momento presente, en el aquí y en el ahora, que es donde siempre estamos.

 

Cuando sentimos miedo debido a la incertidumbre, es decir, por la sensación de no saber lo que va a pasar, hemos de pensar que todo lo que hagamos ahora tendrá su consecuencia en el futuro, por lo que controlamos más las variables futuras de lo que nos imaginamos. Aunque el primer motor de cambio somos nosotros y no debemos dejar a merced de los acontecimientos externos nuestras emociones, el entrenador tiene un gran papel como inhibidor del miedo si quiere sacar lo mejor de sus jugadores y plantear el partido perfecto. Para ello, debe trabajar en la generación de un clima abierto de intercambio en el que la confianza reine y se puedan superar los fantasmas, a veces de pesadas cadenas, que cada uno de los jugadores puede arrastrar.

 

El mensaje está claro. En el ejercicio del liderazgo debemos mirar al futuro, encarar el presente, visualizar los resultados, conocer el entorno, analizar nuestras fortalezas, plantarle cara a nuestras debilidades y ser conciente de nuestros recursos, siempre desde las mejores y más productivas actitudes.

 

Helena López-Casares , Madrid, España 22 Mayo 2011



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