Las causas y las consecuencias
1.- Las alineaciones expresan un mensaje de cada entrenador. Guardiola alinea 4 defensas, que pueden formar una línea de 3 o de 4, indistintamente; un mediocentro que es ancla y vela del equipo; cuatro interiores que parecen clónicos; y un atacante con capacidad para tres posiciones. El mensaje es que el Barça será el Barça mutante, un Transformer que adaptará en cada momento la forma que exija el desarrollo. Será un equipo con varias pieles, el de los números impostores.
2.- Mourinho compone una alineación valiente, interesante y que le dio grandes resultados en meses anteriores. Aparta, nuevamente, el triángulo de presión alto y apuesta por Özil de enganche con los tres de arriba, lo que arroja otro mensaje y un augurio: equipo partido, con 6 por detrás del balón y 4 descolgados arriba. El trivote que le dio buen resultado en Mestalla es modificado en beneficio de una apuesta que conecta más con el sentimiento madridista del momento: era hoy o nunca y había que hablarle de tu a tu al Barça.
3.- A cinco segundos del pitido inicial, Ramos ordena a su defensa adelantarse diez metros. El Barça no se percata del movimiento. Saca Alexis para Messi y éste para Busquets, que controla de forma horrible el balón. Síntoma o símbolo, torpeza impropia. El mediocentro no puede combinar como pretendía con Xavi y cede a Valdés, los madridistas aceleran, el portero se equivoca. Gol. Síntoma, sin duda. Errores que el Barça jamás comete. Y que repetirá a lo largo del partido: malos controles, despejes inéditos, regalos constantes… No, no será un partido perfecto del Barça, pues los pequeños errores se multiplicarán hasta el pitido final.
4.- El gol tensa al Madrid, pero serena al Barça. Mientras la grada pide una goleada que borre el 5-0 de hace un año, el equipo se echa atrás, creyendo que ha encontrado el filón deseado: repliegue, muralla y contragolpe, armas conocidas y afiladas. Error mayúsculo. Los cuatro de arriba quedan descolgados y Özil muestra, una vez más, que su intensidad defensiva es nula. Cada minuto que transcurre, el Barça se adueña más y más del centro del campo.
5.- Guardiola sale con línea de cuatro atrás, un rombo irregular en el centro más Messi de mediapunta, Alexis de delantero centro e Iniesta de falso extremo izquierdo. A los 20 minutos, Pep ordena defensa de tres, Alves se ubica de extremo diestro y Alexis, que había caído a la banda, regresa a fijar centrales. Con este simple movimiento de piezas, el Barça adquiere la superioridad definitiva. Será así hasta el final.
6.- No era partido para extremos abiertos estirando la lona, sino para cerrar el paréntesis del falso 9. Nació en el Bernabéu y en el Bernabéu ha vivido su último capítulo momentáneo. Messi no lo es desde hace meses; Cesc está dejando de serlo, aunque volverá a ello en cuanto sea preciso. Hoy, lo que necesitaba el equipo era un delantero centro profundo, capaz de fijar a los centrales, lo que equivalía a despejar el pasillo de la diagonal para Messi. El chileno Alexis, que llevaba partidos probando esa variante, ha bordado su trabajo. Por alto, ha bajado balones más propios de Ibrahimovic o Kluivert. Por bajo, se ha zafado de los centrales, roto a su lateral y despejado de minas el camino.
7.- En el vértice bajo, Busquets ha protagonizado, posiblemente, una de sus mejores actuaciones con el Barça. Como mediocentro o como central postizo, replegando o dando el primer paso, Sergio ha redactado un manual del futbolista completo, el hombre que juega de perfil, sin el cual sería inimaginable este Barça tan atrevido. Su presencia ha engrandecido la defensa de tres, en la que Abidal ha estado preciso en su coberturas, Piqué extraordinario en posición, salida de balón y defensa del uno contra uno, y en la que el capitán Puyol –con él, todos estaban ya a bordo- se ha erigido definitivamente en el Maldini del Barça.
8.- A partir de estos conceptos, el partido ha sido fruta madura para los de Guardiola. Con cuatro por dentro frente a dos (Xabi y Lass), la desigualdad era flagrante. En el segundo tiempo, Iniesta ha abandonado la frialdad de la banda izquierda en la que vivía desconectado y se ha unido al grupo del centro y esa ha sido la puntilla: ya eran cinco contra dos, con Cristiano, Di María y Benzema sin saber si acudir en ayuda de su pareja damnificada de mediocentros o permanecer arriba por si acaso. Extraordinario partido el de Benzema, en un contexto horrible para cualquier delantero. Fantástico, aunque pocos se lo reconocerán.
9.- Con Iniesta ya eran cinco por dentro: guillotina madridista. La defensa tantas veces elogiada por su seguridad ha devenido gelatina porque las compuertas del centro del campo eran incapaces de resistir el alud de interiores del Barça. En su día hablamos de que Guardiola había decidido reforzar su punto… fuerte. En vez de tres medios, cuatro. En vez de cuatro, cinco. Superioridad por dentro, sometimiento del rival, sentencia segura. Mientras algunos se dedicaban a contabilizar defensas, Pep multiplicaba la apuesta al amparo de su idea de que el fútbol es de los centrocampistas.
y 10.- Las consecuencias de esta apuesta son evidentes, pero no todo el mundo advierte las causas. El Barça puso en práctica hace años una forma de juego avanzada y definida. Busca, encuentra y forma futbolistas que sepan interpretar de modo sensacional dicho estilo de juego. Mientras se tomen a burla dichas causas, las consecuencias se repetirán porque ni Iniesta ni Xavi son dos accidentes de la naturaleza, ni dos casualidades genéticas, sino los mejores hijos de un lenguaje peculiar, el Idioma Barça. No ganarán Balones de Oro, pero son los dos mejores futbolistas para semejante estilo.
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