Llorente deja el Athletic
El delantero ya le ha comunicado a Josu Urrutia que no acepta la oferta de renovación de la entidad
Desea cambiar de aires y queda por ver si sale del club este mes o agota el año que tiene de contrato
JOSÉ L. ARTETXE - Domingo, 12 de Agosto de 2012 - Actualizado a las 05:38h
Fernando Llorente, que ejerció ayer de capitán del Athletic, saluda al público antes del inicio del amistoso en Las Llanas frente al Sestao River. (Juan Lazkano)
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BILBAO. Ya está. Fernando Llorente le ha trasladado a Josu Urrutia su intención de abandonar el Athletic, no quiere continuar. La oferta que el club le extendió para que ampliase su vinculación más allá del próximo 30 de junio no ha surtido el efecto deseado. La postura definitiva del ariete internacional no ha sido la esperada por el presidente rojiblanco, pero era algo que cabía presumir repasando el desarrollo de una negociación que se ha dilatado excesivamente en el tiempo, hasta derivar en un culebrón insano, tanto como para que la Junta Directiva le solicitase días atrás una respuesta definitiva que sirviese para aclarar el panorama.
De momento, el Athletic ya sabe que como mucho Llorente seguirá bajo su disciplina hasta la finalización de la actual temporada. Despejada la cuestión principal, la situación que se arrastraba desde el pasado invierno queda desbloqueada, pero surgen automáticamente nuevos interrogantes que estarían encaminados a conocer cómo se gestiona el futuro inmediato de Llorente. Disponer de un futbolista con fecha de caducidad, que por ello puede hacer uso de la normativa para empezar a buscar destino desde el primero de enero de 2013, es un tema peliagudo para todas las partes implicadas. Cabe la posibilidad de que, una vez que se haga oficial la postura del futbolista, éste salga al escaparate antes de que concluya el mes y se proceda al cierre del mercado. Esta opción permitiría rentabilizar su marcha con el ingreso de unos millones de euros y el ahorro de la ficha correspondiente a la campaña en curso.
Ahora bien, lo lógico sería que fuese el propio jugador, dado que no desea continuar aquí, quien tratase de facilitar su adiós, que fuese él quien trajese a un equipo o, dicho de otro modo, que viniese con un dinero que compensase su pérdida y colmase las apetencias del Athletic, siquiera parcialmente. En definitiva, él es quien ha provocado una tesitura que el Athletic en absoluto pretendía, como lo prueba que el club estuviese dispuesto a desequilibrar gravemente el ranking de fichas de la plantilla incrementando en un millón anual limpio su de por sí desproporcionada ficha.
Pero cabe asimismo que durante agosto no salga ningún club interesado en contratar al goleador o incluso que el Athletic decida que permanezca bajo su disciplina, en cuyo caso su despedida coincidiría con la terminación del calendario de competición. En estos supuestos, habría que ver cuál es el papel que Fernando Llorente tiene en el equipo de Marcelo Bielsa y cómo todas las partes asumen una realidad que podría resultar conflictiva por múltiples razones, empezando por la actitud del protagonista de esta historia y siguiendo por la reacción de los responsables de la entidad y, sobre todo, del entorno rojiblanco.
NI UNA LLAMADA Lo único cierto es que a falta de un pronunciamiento por parte de Josu Urrutia, que lógicamente tendría lugar al mismo tiempo que el anuncio de la noticia, en Ibaigane no existe constancia alguna de que haya equipos interesados en hacerse con los servicios del goleador. Hasta la fecha nadie ha llamado al teléfono rojiblanco para realizar una propuesta de fichaje por el de Rincón de Soto, ni en serio ni en broma, si bien quizás esto tenga lugar a partir de que se haga pública la voluntad del jugador, persuadido de que debe acometer un cambio de aires. En ese momento, será cuestión de valorar qué están dispuestos a pagar por un hombre que tiene una cláusula de rescisión que se eleva a los 36 millones de euros, pero que el verano que viene queda libre para irse a donde quiera a cambio de cero euros. Y no se olvide que si el Athletic elimina al HJK Helsinki y accede a la fase de grupos de la Europa League, Llorente no podría participar con una camiseta distinta en un torneo europeo hasta enero.
Ha salido a la palestra el nombre de la Juventus, asociado a la cantidad de 20 millones de euros, así como la asistencia de algún empleado suyo al encuentro que el Athletic disputó el pasado jueves en Croacia. Al parecer, también había allí técnicos y ojeadores de otros clubes, pero esto es una constante de la que nada cabe deducir. A lo largo de toda la temporada anterior, no hubo partido en San Mamés para el que no se acreditasen un puñado de espías pertenecientes a clubes de solera de la Premier League, del Calcio y de otras ligas continentales. Es evidente que la notable trayectoria del conjunto dirigido por Bielsa concitó a mucho curioso mezclado en la grada con bufandas rojiblancas.
Certificado que las inquietudes del delantero no coinciden con el proyecto rojiblanco, queda por desvelar si la decisión de salir de Lezama, donde ingresó a la edad de once años, se apoya en criterios exclusivamente deportivos o son de índole económica o una amalgama de ambos aspectos. Las cifras que se han manejado aparecían como el único obstáculo para que Llorente estampase su firma y, sin embargo, el propio jugador está dando a entender en círculos cercanos a su persona que, en realidad, lo que le impulsa a dejar el Athletic es buscar horizontes más elevados; esto es, un club que le permita obtener títulos y tomar parte asiduamente en la Liga de Campeones.
Si así fuera, la táctica que ha llevado se antoja poco coherente. Sabía perfectamente desde hace meses qué le daba el Athletic por seguir en sus filas y sabe como nadie qué es el Athletic, cuáles sus objetivos deportivos y su potencial. Si nada de esto le llenaba carece de sentido haber retrasado tanto su respuesta al club, un proceder que únicamente ha contribuido a generar tensión, una corriente de opinión negativa hacia su figura y plantea a fecha de hoy, con el equipo a punto de estrenarse en Liga y peleando por mantenerse en Europa, un escenario muy incómodo para la familia Athletic.
Si el problema no era el dinero, Llorente ha desperdiciado un tiempo precioso para gestionar una solución, que hasta podía haber pasado por un pacto con el club a fin de tratar de amortiguar los efectos de su baja. Sea como fuere, su comportamiento se antoja impropio de alguien identificado con los valores de la entidad que le hizo futbolista.
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